sábado, 23 de enero de 2010

Sonrisas

Quiero empezar algo bueno, algo positivo pero subjetivo. Quiero empezar algo que cuando esté perdida entre las sombras y la niebla sea capaz de leer y aferrarme a las fuerzas con las que escribo todas y cada una de estas palabras, que no son más que mis sentimientos, recuerdos y vivencias, y saber que no hay nada capaz de destruirme ni de borrarme la sonrisa para siempre, aunque a veces parezca posible; porque las verdaderas sonrisas siempre son capaces de derrumbar cualquier lágrima, incluso se mezclan con ellas de vez en cuando para dar luz a esa felicidad que encontramos a menudo en los pequeños detalles de la vida.

Detalles como una mañana en la cafetería, donde observas sonrisas descafeinadas, que al levantar levemente las comisuras de los labios dejan ver un mundo terrible de dolor aparentemente indestructible, pero a pesar de ello esas comisuras permanecen erguidas durante unos segundos, y el mundo parece detenerse ahí fuera, helado de sonrisas descafeinadas, desalentadas, sarcásticas, irónicas, maliciosas, bondadosas, rojas, moradas, enamoradas, entrañables, alentadoras, ilusionadas, dolorosas, ausentes, iluminadas,...

Detalles como las sonrisas que se encuentran en las despedidas de los libros, en la [ir]realidad de las películas, en las esperanzas de un niño de África, en las caricias de un animal, en los susurros del viento al rozarte la piel, en el frío otoño, en las hojas que mueren al descender levemente de los árboles y en las que no llegan a tiempo a tierra porque una fuerte ventada consigue llevárselas, en el sonido de las olas al chocar contra las rocas, en los días de lluvia, en los odiosos domingos, en el canto de un grillo inmerso en la paz del bosque, en el agua del río que nos hiela los pies al mojarnos, en el olor a mandarinas, en un mirador desde el que se ve toda Barcelona, en esa bicicleta vieja que aún a duras penas consigue llevarte a la Universidad, en la canción que suena en la radio del coche de tu mejor amigo cuando no hay nada qué decir, en una carta de quien esperas, en una tarde en el parque de siempre con los amigos de siempre, en la felicidad de tu hermana, en el beso de buenas noches, en los "Buenos días, papa", en las tostadas de queso untado, en un encuentro inesperado, en un recuerdo, en una ausencia, en los "estoy aquí" a tu mejor amiga, en los "te amo" y en los "te quiero", en un beso, en un regalo, en las noches de fiesta en la playa y en los veinte años que vas a cumplir dentro de nada.

En el afán de cambiar el mundo aunque sea mayor la desgana.

Voy a sonreír.

Las lágrimas no son más que sonrisas que a veces no conseguimos sentir ni alcanzar.

5 comentarios:

VenuS dijo...

genial texto.Tantas veces se siente una así..pero que fácil es a veces perder la sonrisa..
Un sí para recuperarla y que permanezca! :)

Palm dijo...

Sonrie por cualquier cosa, y por mucho que intenten arrebatarte la sonrisa, que no te la quiten, que perdure por mucho tiempo :)
te sigo,un beso!

Anónimo dijo...

PRECIOSO. Me gusta esta positividad, nunca, pero nunca dejes de sonreir. Y cuando no veas esa sonrisa... recuerda a las personas que tienes a tu lado y seguro que sale sola. Aunque sea anónimo te sigo :)

Víctor dijo...

Te acompañaré en este nuevo blog, si me lo permites. Un saludo!!

Anónimo dijo...

Te sigo desde algún tiempo y me gusta este cambio de actitud.
Esto es algo que escuche una vez:"Si te sirve de algo nunca es demasiado tarde o si acaso demasiado pronto para ser quien quieres ser. No hay limite en el tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o no hacerlo, no hay normas al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa. Espero que tu saques la positiva. Espero que veas cosas que te sorprendan. Espero que sientas cosas que nunca hayas sentido. Espero que conozcas a personas con otro punto de vista. Espero que vivas una vida de la que te sientas orgullosa y si ves que no es así, espero que tengas la fortaeza para empezar de nuevo".
Saludos.